lunes, 18 de junio de 2007

fragmento de nota - p12 domingo 18 de junio

Frente a la renovación electoral de la derecha más dispuesta a ejercer como tal; frente a una perspectiva de exclusión social más acentuada todavía, que si algo incrementará será precisamente el nivel de inseguridad y conflicto; frente a la certeza de que el Estado volverá a convertirse sólo en un escenario de negocios privados, si es que no de corrupción generalizada; frente a la probabilidad de que la salud y la educación, en particular, queden en manos de un criterio comercial y sectario, no da lo mismo quién vaya a ser el jefe de Gobierno de Buenos Aires. Esa visión sólo puede entrar en la cabeza de quienes apuestan al testimonialismo como única forma de edificación política, para terminar, siempre, haciéndole el juego a la derecha. Son los cultores del cuanto peor-mejor. Así les va.
Vótese lo que sea, debería hacérselo con un grado de conciencia política, o al menos de esfuerzo hacia allí, algo superior –un poquito, nada más que un poquito– a lo pautado por lo que dicen que van a hacer los que sintonizan con lo que “la gente” quiere que le digan que va a pasar. Se puede votar a la derecha con conciencia política, cómo que no. Es absolutamente legítimo y respetable. Pero confiésenlo, asúmanlo. No votan a la derecha por sus propuestas (?) para los espacios verdes, la polución sonora, las características edilicias, la estructura del parque automotor. La votan porque quieren orden a cualquier costa, quieren represión, quieren la tranquilidad de la dictadura, quieren la ciudad limpia de indigentes, quieren mano dura contra los inmigrantes, quieren meter en cana a los pibes desquiciados que viven a paco y porro. Si es por lo que está más a la vista, resulta que de la noche a la mañana en Buenos Aires no habrá más delincuencia, ni calles sucias, ni piquetes, ni caos en el tránsito, ni cartoneros, ni turnos de atención en los hospitales para dentro de varios meses. De la noche a la mañana, Buenos Aires será Zurich de la mano de Mauricio y de Gabriela.
Si creen eso, si quieren eso, díganlo de una vez. No tiene nada de malo. Todo lo contrario. Es una interpretación de cómo mejorar la dirección y convivencia política y social, igual de estimable que aquella de los que piensan distinto. Sólo acéptenlo, por favor. Porque si es un voto vergonzante, esa legitimidad se pierde en tanto y cuanto saben que hay algo en ese voto, en esa actitud, en ese pensamiento, que pasa por hacer mierda a otra gente por la urgencia del beneficio propio.
Acepten que el domingo que viene van a votar a Menem. Que va a ganar Menem. Y demuestren y demuéstrense, por favor, que eso no es un voto ideológico.
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E. Aliverti

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